lunes, 15 de septiembre de 2008

Desde algún lugar nace la furia, y el dolor que hacen eco en el alma, resuenan en la misma armonía; se hacen palabras cuando dejan de vascilar simplemente en los recovecos de
la oscuridad de su melodía.
Si todo aquello fuera simple y pura "palabrería". ¿Qué sentido tendría continuar explicando
lo que no tiene razón más que en su propio recorrido?. Pues el placer se hallaría en la
belleza de sus melodías, incluso de sus imágenes o de la evocación de sus propias sensaciones.
Palabras que decoran la realidad, o la realidad es pura decoración o cosmética de un
simple discurso que podría ser producto de una eterna falsedad anudada a las almas
sensibles, incluso débiles, según qué o quién lo mire.
La creencia cobraría un papel crucial en la afección que produce aquello; pasión, alegría,
desazón. Pero incluso las palabras que se evocan, ¿sólo son palabras vacías?. Remitirían
a sí mismas, no más que a una relación unívoca entre ellas, pues en su capacidad de
señalar, sólo eso pueden hacer. Pero aún, queda más.
Pensar, sin embargo, en la significación de las palabras, no haría más que seguir
remitiendo el nombre al mismo nombre. Pues el nombre aliena a la cosa
a ser lo que es para cada uno, sin más.
Restringiendose a lo dicho, más lo hecho ya no tiene importancia.

martes, 2 de septiembre de 2008

Del exilio de las palabras oscuras, al encuentro fortuito con el conocimiento de la propia ignorancia. Paradoja eficaz,¿falacia inaudita la que revela que para conocer es menestar ignorar?.
Más sólo se debe recordar lo que alguna vez estuvo y luego se olvidó. Del círculo cerrado al espiral inconcluso, misteriosa elección añadida a la lúgubre existencia multiplicada en tantas partes como de ella se hace posible.
Y si así no fuera, ¿cabe la posibilidad de una hermeneutica barata?.
Del eterno repetir a la novedad del día. El arte y la belleza de las letras, hacen eco en el alma, resuenan felizmente en un sín fín de lógicas, y argumentos como sean posibles.