viernes, 20 de junio de 2008

"Escollando"

De la autorización que no me confiero, surge la inexplicable incertidumbre por el devenir o el porvenir.Es un miedo difuso, un temblor, una falta de condición, de estructura o incluso de seguridad.Me atormentan las dudas, las siento tan profundamente en mi interior que supongo que se manifiestan en mi exterior.
"¿Cómo hacer?; ¿Cuándo?; ¿En qué momento?".
De esa autorización surge también el permiso, un permiso a una actuación, o a una ocupación. Ese ocupar-se es una posibilidad de las tantas que existen en la espacialidad temporo-existencial.
Allí aparece inevitablemente esos latidos galopando a toda velocidad, el calor se precipita, y siento que mi vida termina. Vivencia desopilante que cubre lentamente mí esfera interna; vanamente intento no forzar mi tono, pero no creo lograrlo; mis extensiones se tensionan, y mi rostro se ruboriza intensamente.
Entonces confirmo que lo interior no puedo ocultar, ineludiblemente se expresa en mi exterior. De ese control en vano que deseo impartir, surge la frustración anunciante ante la vaguedad de mis acciones, que más que acciones son sentimientos viejos y estúpidos, que condicionan mis pensamientos, y por lo tanto dichas acciones.
Qué pensamientos condicionantes de un ser que se cuestiona y pregunta sobre el ser de su ser, pero más que pensamientos, es una comprensión casi inútil sobre su propio ser, ya qué más allá de esa comprensión aún no existe nada más que una simple comprensión.. O diríamos compresión? Puesto que la compresión sólo surge de una aminorada pre-concepción del simple hecho de existir en un mundo del cual ya existe una comprensión, por lo cual hace que sea una simpleza. ¿Acaso deberían de ser complejo me pregunto? En definitiva esos son escollos del lenguaje, del cual si me hago cargo me pierdo muy lentamente en ellos cómo hago ahora.
Y sigo evitando mis propios escollos que puede que sean productos del lenguaje también, pero la raíz yace en mí interior cómo también en mi exterior. ¿Se debe compatibilizar el interior y el exterior? Es decir, me surge inevitablemente y a modo de resonancia, el interior y el exterior, lo pienso así: de mi interior supuestamente surgen ciertas interpretaciones que devienen pensamientos condicionantes, al modo de una síntesis cualitativamente patidifusa, puesto que en la aprehensión o recepción de aquello externo no se realiza jamás sin una experiencia previa, podríamos pensar. Sin embargo, aquello a está imbuido de una significación personal, de alguna manera inmanente y no trascendente de la condición propia del sujeto que piensa y es.
¿Cuál es esa condición? Quizás sea la condición que hace posible que ese ente piense, y sea, y se pueda preguntar. Pero aún así de qué manera definir esa condición. ¿Será más bien a-priori? ¿Condición pura? ¿Condición empírica?
Estrictamente hablando y de manera totalmente subjetiva, la autorización sería una condición previa para el uso o des-uso de una ocupación asumida por un ente qué es en este caso "Yo"; en realidad la autorización se deriva de una creencia, construida a partir de ciertos usos continuados o costumbres adquiridas en alguna o algunas experiencias, y porqué no, de un punto de vista moral o ético del bien o mal hacer, puesto que si hablamos de autorización nos referimos a su contra cara la prohibición; ¿cuál es la prohibición? O más bien ¿cuál es la barrera? Puesto que si autorizamos algo, se ejecuta una acción tendiente a realizar otra acción, también podría ser la autorización a una prohibición, pero serían cuestiones de ciertos juicios provenientes de algunas categorías aprehendidas para poder interaccionar o realizar algún tipo de acción; de ese juicio deviene el problema esencialmente inherente a aquella condición que pretendía explicar (la del sujeto).
La vivencia inefable es producto de aquel juicio, como también de una pre-comprensión simplificada del mundo, así también como del uso reiterado de ciertas costumbres aprehendidas a partir de ciertas experiencias, generando un tipo particular de ideas, y a partir de todo aquello, surge una pregunta qué no apela al qué, o el porqué, sino al cómo. Es decir, al cómo partir de una pregunta sobre aquello para dar lugar a otra pregunta, cómo extender otros hilos de entendimiento tendientes a generar otros tipos de acción, y vivencias. ¿Será que en este sistema los escollos siempre terminan “escollando”, lo ya “escollado”? Aunque no es la idea en realidad, siempre arremeten con el ímpetu de un tedio martirizador, sólo por momentos…

lunes, 16 de junio de 2008

Otra vez..

Otra vez, es el sueño de nunca acabar, o quizás el sueño que no dejo acabar, ya no lo sé, pero me persigue, y si lo sé es un retoño de lo reprimido dicen algunos, formación del inconciente indican otros. Pero qué hacer cuando un sueño no cesa de repetirse cómo el estribillo de una canción, o incluso como un fenómeno elemental. Podría ir a terapia a seguir consumiendo más de lo mismo, y aún si podré seguir perseguida por los mismos fantasmas, una y otra vez al levantarme, o al observarte. Y ya refiriendome a tu presencia, que más que presencia es ausencia, y justamente por eso haces eco en mi existencia... montando en ella el más fiel de los espectáculos de esa novela que resulta ser mi vida cuando la dejo librada a las múltiples interpretaciones de diversas índoles teoréticas. Quizás no se trate de buscar entender, y mucho menos de ver, qué se oculta detrás de ese sueño, aunque la curiosidad mató al gato, y entonces vuelve a insistir cómo un círculo sin salida: el fenómeno, la incertidumbre, la angustia, la búsqueda de la razón, la ensoñación, y nuevamenta el redondel.
Quizás me divierto, quizás me lamento, pero el efecto es el mismo, en realidad es lo que busco; aún así me gustaría dejar de soñarte. Y en realidad es paradójico, no te sueño a vos, sino a mí misma en ese mar de desolación, y de angustia. Qué nace de alguna sensación añeja, de algún rasgo pretérito, o quizás simplemente de una mirada perdida... jamás correspondida. Quizás es el meollo de la cuestión de mi conflicto el qué allí se presenta, que más que tu presencia revela algo de mi existencia...

martes, 10 de junio de 2008

Neurotizando (un poquito)

Esa sensación pretérica que descubro en el instante preciso en el
cual se había adormecido bajo tristes imágenes, reaparece
iluminada ahora con un burdo sueño que no esperé, simplemente se
presentó. Cómo evitar el sueño, o los sueños en y por los cuales
vivimos, si pudiera haberlo evitado, te juro que lo evitaría.
Porqué simplemente lo que ayer fue, jamás volverá a ser. ¡Tampoco
desearia que así fuera!. Y si no será así, tampoco será. ¡Sí
también lo sé!. Pero de simples racionalizaciones me alimento, por
qué son las que me permiten resistir, todo aquello que jamás fue,
ni será. Pero que persiste en el fondo como un deseo jamás nunca
realizado. Ese que nace y muere en ese sueño, en ese maldito sueño
que de mi inconciente salió, según me dicen. Y cuanto más lo
reprimo, más aparece. Te juro que si podría destruirlo lo haría,
pero mi neurosis es tan fuerte a veces que de mi propia martir no
quiero salir. ¡Y si!. Soy yo la que decide, la que hace, y
des-hace, a mi antojo, pero cómo decidir sobre aquello si todo me
indica que está más allá de una simple decisión conciente. Y
justificaciones puede haber muchas, y rodeos millones más, pero
nada que pueda suplir esta sensación que tengo ahora... más
banalizar yo puedo hacer, y restarle importancia, pensar en otras
cosas, y hacer de cuenta que son simples neurotizaciones, pero
cómo salir del laberinto de ellas, si cuanto más pienso, más me
meto. ¿cómo salir de algo que no tiene solución?. Esa es la gran
pregunta que me acontece, y qué seguramente cada uno pueda
responder en su interior, o quizás no, pero al menos qué no le
moleste... Y comenzar a relacionar, analizar, o psicoanalizar.. y
tantas otras cosas más se puede hacer, qué mas da... mientras
tanto yo escribo, intentando descargar a partir de estas letras,
lo que en ese, mi sentir no encuentra aún solución, o salida, o
vaya a saber qué... no me quiero resignar, tampoco cerrar... son
momentos, lo sé...

lunes, 9 de junio de 2008

De la eterna finitud...

Resuenan incesantemente las melodías en mis oidos: de mi lecho me levanto refunfuñando; me miro al espejo, y en mi rostro empalecido observo unos marcados surcos que denotan mi adormecida existencia.
Pienso brevemente en mis que haceres del día, y luego unas quejas interiores renacen en el preciso instante en el que recuerdo que la abstinencia debo mantener, pues por ella deberé partir.
Comienza luego la odisea, de empujones y demoras; un espectáculo montado en la autopista cual si fuera una película, cuyo director, nunca bien visto, se habría olvidado de filmar tal dichoso final.
De la excitacion consumada, reaparece la sorpresa al descubrir el insólito permiso no atribuido de viajar gratis, aunque no fue mío, estuvo cerca!.
Caminando, cavilo en la eterna espera que deberé afrontar, el tedio expresado en mis gestos, el cansancio en mi cuerpo.
Finalmente ocurre el hecho por el cual madrugué, cumplo con aquello en cinco minutos. ¡Si tan sólo cinco minutos!.
Aunque aquello me permitiría romper con el ayuno, solo me contento con saber que una de mis bebidas preferidas con migo llevé: Mí mate.
Dirigiendome casi sin rumbo, con el sol a medio salir, y el frío cuasi invernal; me detengo en un espacio excepcional, dentro de la gran urbe.
Observo a las personas qué van y vienen con rapidez, se apresuran a tomar el colectivo, algunos con traje, otros con sus mochilas pero la gran mayoría con sus rostros pálidos y adormecidos.
En ese preciso momento, detengo el tiempo imaginariamente, quejándome de que no pasará más; todos con priza, yo con mí mate.
Unas líneas de aquí, otras de allí, hojas escritas por doquier.
Descubro entre tanto unas palomas que gorjean, buscando su alimento; otros entes deambulan, se sientan, contemplan, durmen.
En una fuente, juegan los movimientos a hacer piruetas con el agua, y al final el tiempo se hizo trizas, convierto mi queja en sinfonía, mi cansancio en energía: ya se hizo mediodía.