Dualismo: Trialismo

Tentada por los placeres corporales me someto a tu voluntad; no es que así lo deseo pero otra salida ya no encuentro.

Me resigno a ser el fetiche de tu actuación, más solo yo te inspiro ese designio.

Le hago burla a mi género, y a mi sexo, y pasas a ser tú el fetiche de mi corporeidad.

Luchamos entre los dos por ocupar tal lugar, pero al final nadie gana.

Mi cuerpo comienza a pesar, como nunca antes lo hizo; ¡ya no sé qué hacer con el!

Mi carne peresoza, de la cual emanan impulsos, y ... ese algo más cual plus de sensación, me pide a gritos ¡des/hazte de mí!. Pero mi conciencia hace caso omiso, y continúa su misión.

Mis extensiones son mías, lo sé, al menos eso creo. Pero son densas, como los orificios-agujeros por los cuales me constituí: Me exigen y proclaman constante satisfacción, y placer. ¿Pero acaso lo elegí?. No lo sé; esto que surge de la inevitable finitud de mí cuerpo me horroriza y a la vez obnubila. Finitud que deriva a infinitud, sí allí adentro, infinitud de sensaciones y deleites mezclados con aires de dolor y muerte.

Aromas también encuentro, las percibo y las gozo, pero no hallo palabra, y mucho menos una acción, para acotar semejante electricidad; sí esa que surge de mí, de mi soledad y de mí desolación.

¡Ya no se qué hacer!. ¡Me pide más y más!. Y poco puedo dar, nada te colma. Nada te llena. Ojalá pudiera mí razón domeñarte, y no hacerme prisionera de tus demandas.

Trato debilmente de complacerte pero te das cuenta de mi engaño, y me sometes nuevamente a tu voluntad. Más yo misma es lo que deseo, al final tampoco convendría dejarte. Eres lo único qué por el momento, aunque sea por un instante, calmas mi sed (de voluptuosidad) desorbitante.